El llanto
Llorar es una
expresión no verbal de una sensación-emoción-sentimiento que estamos
experimentando, que nos informa de una
necesidad de nuestro organismo.
Durante el
primer año y medio de vida el lactante
expresa sus necesidades con el llanto, y los adultos siempre estamos solícitos
ante su llamada. Con el llanto expresan sus necesidades fisiológicas, que según
A. Maslow son comer, beber, dormir, respirar. Ante el llanto de un bebé el
adulto responde de manera inmediata; con ternura le coge, le acuna, le habla
con un tono de voz cálido; que hace que el bebé poco a poco se relaje y
nosotros satisfacemos su necesidad de hambre, sed, mimitos, sueño que no puede
conseguir por sí solo, le cambiamos el pañal por si estaba incómodo, en fin
atendemos a su necesidad.
¿Qué pasa a
partir del año y medio dos años de vida de un/a niño/a? aparece el lenguaje
verbal, y los adultos ya damos por supuesto que el niño va a saber expresar
todo lo que necesita: necesidad fisiológica, vínculo o pertenencia, seguridad, libertad
(pirámide de A. Maslow) y cuando el niño/a llora, el adulto muy lleno de
razones le dice: ¡No llores! o ¿Y ahora por qué lloras? Como acabo de indicar aparece
el lenguaje verbal eso no significa que sepa ponerle nombre a lo que siente en
ese momento, y el adulto lo que hace es reprenderle por su llanto, por expresar
su necesidad. ¿Dónde se ha quedado esa voz cálida, ese abrazo, ese acunar que
hacíamos hace apenas unos meses?
Cuando un niño
llora está expresando lo que siente, que puede ser: tristeza, miedo, sorpresa,
enfado, incluso alegría. Pero su recién estrenado lenguaje verbal no le permite
expresarlo con palabras y lo sigue haciendo de la manera que sabe y que además
ha tenido éxito pues ha conseguido satisfacer aquello que necesitaba.
En algunas
ocasiones lo padres, madres y maestros nos insensibilizamos ante el llanto de
los niños/as a partir de los dos años, incluso hay teorías que dicen que hay
que dejarlos llorar “solos” hasta que se cansen. Abramos nuestros oídos y
escuchemos lo que nos quieren decir, acerquémonos a él/ella acunémosle,
hablémosle con voz cálida tranquilizadora, y después vayamos poniéndole nombre
a lo que le pasa, dándole una batería de opciones para que él/ella seleccione y
nos valide nuestra observación.
Hace poco en el aula
uno de mis alumnos de 5 años, de repente, se puso a llorar desconsoladamente,
me dirigí hacia él intenté abrazarle, pero me rechazó. Le deje y le dije que
cuando quisiera podía contar conmigo. Casi no había llegado a otra mesa cuando
se abrazó a mis piernas y siguió
llorando desconsoladamente. Me senté en una silla le cogí en brazos y empecé a
tararear la canción de cuna que solía cantarle a mi hijo cuando era un bebé.
Poco a poco se fue tranquilizando y su respiración era más sosegada. Cuando le
pregunté qué le pasaba no contestó, seguí callada durante un instante y le
dije:
M :“Me llega que te
sientes enfadado”, a lo que él con tono de enfado me contestó:
N:“Pues claro que estoy enfadado, ¿no
lo ves?”
M: Si, ya lo veo, ¿qué te ha hecho
sentirte enfadado?
N: Las sumas, y tú.
M: ¿Las sumas, y yo?
N: Sí, sabes que yo no sé hacer sumas
así y me las has puesto.
M: Yo lo que sé es que sí sabes
hacerlas, que puedes hacerlas, y en el caso que no puedas o no sepas ¿qué otra
cosa puedes hacer?
N: Pedir ayuda….
La conversación
continuó durante un ratito más hasta que decidió pedirme ayuda para hacer las
sumas
Con su llanto me
estaba expresando su inseguridad ante la realización de una tarea, en este caso
las sumas. Si no me hubiese acercado a él y simplemente le hubiese dicho ¿y
ahora por qué lloras?, por supuesto que no me habría contado nada de lo que me
contó y su inseguridad ante las sumas continuaría. Días después de esta
situación volvimos a hacer sumas, y él lo primero que hizo es venir a pedir
ayuda, solo con estar a mi lado cuando él solo las realiza se siente seguro y
confiado en sí mismo, cuando yo se lo reflejo que lo ha hecho él solo, se va a
su mesa y continúa su trabajo.
El llanto por lo
tanto es una expresión de alarma de “no sé qué me pasa”, “ayúdame”, muchas
veces incluso los adultos no sabemos expresar de manera verbal lo que nos pasa
y utilizamos el llanto para expresar una necesidad qué no sabemos cuál es y qué
necesitamos que alguien nos ayude. Ayudemos pues a nuestros niños a que
expresen lo que sienten con el llanto y nosotros le vamos dando palabra a lo
que quiere y no sabe expresar.
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