Blay Llaudaró, Enrique: El bebé emocional La semilla del amor. Gestación, nacimiento y crianza (hasta los 2 años)
Blay Llaudaró, Enrique: El bebé
emocional La semilla del amor. Gestación, nacimiento y crianza (hasta los 2
años) Editorial Círculo Rojo- Educación Infantil. Febrero 2012
Enrique Blay es Diplomado en
Psicología del Desarrollo / Terapeuta Psico-emocional especializado en la época
primal del ser humano -gestación, nacimiento y primera infancia- bajo la
perspectiva de lo que siente y necesita un bebé para su desarrollo en armonía.
En su libro El bebé emocional destaca
la importancia de satisfacer las necesidades de nuestros hijos, no solo las
necesidades básicas, fundamentalmente a estas edades fisiológicas, sino también
y más importante aún sus necesidades
emocionales, creando un ambiente familiar seguro en el que se siente amado
incondicionalmente, lo que le permitirá desarrollar su autoestima y sus propias
capacidades de autogestionarse en cualquier situación que se encuentre en la
vida.
“Las emociones son la esencia de la vida (…) Solo podemos conocernos a
nosotros mismos a través de lo que sentimos y de las emociones subyacentes”
El libro está estructurado en
seis capítulos, en el capítulo uno nos habla del desarrollo psicológico en el
que afirma que tenemos dos tipos de percepción: racional y emocional.
- · La percepción racional es concreta,
lógica, y tiene un recorrido en el cerebro más largo antes de ser integrada o
aprendida.
- ·
La percepción emocional es analógica,
holística y tiene un recorrido en el cerebro mucho menor a la hora de ser
aprendida.
Hasta los dos años de edad
nuestra percepción es emocional, lo que siento aquí y ahora, no hay
razonamiento, lógica o juicio, solo sentimiento. A partir de esta edad “comenzamos” a
desarrollar la percepción racional que dada nuestra formación hasta ahora se va
desarrollando en detrimento de la percepción emocional. Por lo tanto los
adultos tenemos una percepción racional y los niños una percepción emocional,
lo que hace que muchas veces no lleguemos a un entendimiento claro.
“El bebé desde que es concebido hasta los dos años de edad es emoción
pura. Esa Percepción Emocional prevalece hasta los 12/14 años, lo que conlleva
un complejo mundo emocional que a los adultos nos desborda”
Por ello nos plantea la necesidad
como madres y padres de conocernos a nosotros mismos, saber el significado de
nuestras emociones, de qué nos informan para poder cubrir nuestras propias
necesidades emocionales, solo así podremos ayudar a nuestros hijos en su pleno
desarrollo físico, psicológico y emocional.
El capítulo dos está dedicado a
la gestación, en el que nos dice que el bebé dentro de su madre posee una gran
capacidad perceptiva a través de dos canales de percepción: los órganos de los
sentidos (oído, tacto, gusto, olfato) y la sangre materna; lo que le permite
captar y absorber lo que la madre piensa o siente. Por lo que dependiendo de lo
que la madre sienta en un momento determinado o de manera continuada (stress)
afecta al desarrollo físico y emocional del bebé intrauterino.
El capítulo tres está centrado en
el nacimiento y cómo es necesario volver a los partos naturales, sin anestesias
ni sustancias provocadoras de acelerar la dilatación; haciendo así que el parto
se convierta en un momento de “placer”. También habla de la necesidad de la
madre de estar en un ambiente tranquilo, intimo, que le haga sentirse segura;
algo que en la actualidad es difícil conseguir cuando en el momento del parto
son varias los profesionales que atienden a la madre (enfermeras, comadronas,
ginecólogos y estudiantes si es un hospital universitario). Sin embargo ya en
algunos hospitales se tiende a los partos naturales y que sea la matrona la
encargada de atender a la parturienta el ginecólogo solo está en caso de que exista
alguna complicación. “…respetar los procesos naturales del
nacimiento es hacerlo más seguro y posibilita, a la madre y a el bebé, una
vivencia emocional gratificante”
El capítulo cuatro lo dedica a la
crianza y nos habla del alimento nutriente-alimento afectivo. El
alimento afectivo lo desglosa en: lactancia materna, la atención al llanto, el
colecho, el contacto físico y el tiempo compartido. El alimento afectivo que no
se puede discutir según Blay es la atención al llanto, la importancia del contacto físico, los
abrazos, las caricias, las cosquillas y del tiempo que compartimos con nuestros
hijos.
De aquí destacaría “Atender
el llanto significa satisfacer sus demandas, significa otorgarle seguridad,
confianza, apoyo. La atención del llanto es el inicio de la escucha emocional a
nuestros hijos, que debe acompañarnos en toda su crianza y educación. La
escucha emocional es fundamental para asentar y desarrollar el imprescindible
vínculo afectivo entre padres e hijos, base de un desarrollo psicoemocional en
armonía” La atención del llanto no
es un tema baladí ya que también nos habla de las consecuencias fisiológicas de
no atender el llanto.
El capítulo cinco titulado Conflictos en la crianza o cómo
gestionar sus emociones, nos da una serie de pautas de cómo mediante la escucha
emocional podemos ayudar a nuestros hijos a gestionar situaciones que les
causan miedo, tristeza o enfado. “…detrás de todo deseo, actitud o conducta del
bebé o del niño, hay sentimientos a gestionar, de ellos y de los padres.”
Y por último el capítulo seis es
un resumen destacando las ideas más claves para él en este proceso de crianza,
teniendo en cuenta que “amar incondicionalmente no es malcriar”, lo realmente
importante es facilitar a nuestros hijos su alimento afectivo (atender el
llanto, el contacto físico y el tiempo compartido). No se trata de culparnos por lo que los padres
más veteranos no hemos hecho, entre otras cosas porque no lo conocíamos, pero sí
de reconocer lo que no hemos hecho y trasmitir estos nuevos descubrimientos a
nuestros hijos, los futuros padres.
Opinión: La lectura de este libro me ha abierto una ventana más
para el mejor conocimiento de los niños, lo que me permitirá fomentar o cambiar
herramientas en el trabajo emocional con
mis alumnos. Y he descubierto que como madre, sin saberlo de forma consciente,
he dado a mi hijo su alimento afectivo, gracias a ello es un adolescente que
expresa sus emociones y pide ayuda cuando no sabe gestionarlas. Sigue la misma
línea que seguimos en ISIE la importancia de conocer nuestras emociones, de
gestionarlas y así poder dar a nuestros hijos o alumnos su alimento afectivo.