EMOCIONES

“Las emociones son la esencia de la vida (…) Solo podemos conocernos a nosotros mismos a través de lo que sentimos y de las emociones subyacentes” E. Blay

viernes, 2 de enero de 2015

El llanto


Llorar es una expresión no verbal de una sensación-emoción-sentimiento que estamos experimentando, que  nos informa de una necesidad de nuestro organismo.
Durante el primer año  y medio de vida el lactante expresa sus necesidades con el llanto, y los adultos siempre estamos solícitos ante su llamada. Con el llanto expresan sus necesidades fisiológicas, que según A. Maslow son comer, beber, dormir, respirar. Ante el llanto de un bebé el adulto responde de manera inmediata; con ternura le coge, le acuna, le habla con un tono de voz cálido; que hace que el bebé poco a poco se relaje y nosotros satisfacemos su necesidad de hambre, sed, mimitos, sueño que no puede conseguir por sí solo, le cambiamos el pañal por si estaba incómodo, en fin atendemos a su necesidad.
¿Qué pasa a partir del año y medio dos años de vida de un/a niño/a? aparece el lenguaje verbal, y los adultos ya damos por supuesto que el niño va a saber expresar todo lo que necesita: necesidad fisiológica, vínculo o pertenencia, seguridad, libertad (pirámide de A. Maslow) y cuando el niño/a llora, el adulto muy lleno de razones le dice: ¡No llores! o ¿Y ahora por qué lloras? Como acabo de indicar aparece el lenguaje verbal eso no significa que sepa ponerle nombre a lo que siente en ese momento, y el adulto lo que hace es reprenderle por su llanto, por expresar su necesidad. ¿Dónde se ha quedado esa voz cálida, ese abrazo, ese acunar que hacíamos hace apenas unos meses?
Cuando un niño llora está expresando lo que siente, que puede ser: tristeza, miedo, sorpresa, enfado, incluso alegría. Pero su recién estrenado lenguaje verbal no le permite expresarlo con palabras y lo sigue haciendo de la manera que sabe y que además ha tenido éxito pues ha conseguido satisfacer aquello que necesitaba.
En algunas ocasiones lo padres, madres y maestros nos insensibilizamos ante el llanto de los niños/as a partir de los dos años, incluso hay teorías que dicen que hay que dejarlos llorar “solos” hasta que se cansen. Abramos nuestros oídos y escuchemos lo que nos quieren decir, acerquémonos a él/ella acunémosle, hablémosle con voz cálida tranquilizadora, y después vayamos poniéndole nombre a lo que le pasa, dándole una batería de opciones para que él/ella seleccione y nos valide nuestra observación.
Hace poco en el aula uno de mis alumnos de 5 años, de repente, se puso a llorar desconsoladamente, me dirigí hacia él intenté abrazarle, pero me rechazó. Le deje y le dije que cuando quisiera podía contar conmigo. Casi no había llegado a otra mesa cuando se abrazó a  mis piernas y siguió llorando desconsoladamente. Me senté en una silla le cogí en brazos y empecé a tararear la canción de cuna que solía cantarle a mi hijo cuando era un bebé. Poco a poco se fue tranquilizando y su respiración era más sosegada. Cuando le pregunté qué le pasaba no contestó, seguí callada durante un instante y le dije:

M :“Me llega que te sientes enfadado”, a lo que él con tono de enfado me contestó:
N:“Pues claro que estoy enfadado, ¿no lo ves?”
M: Si, ya lo veo, ¿qué te ha hecho sentirte enfadado?
N: Las sumas, y tú.
M: ¿Las sumas, y yo?
N: Sí, sabes que yo no sé hacer sumas así y me las has puesto.
M: Yo lo que sé es que sí sabes hacerlas, que puedes hacerlas, y en el caso que no puedas o no sepas ¿qué otra cosa puedes hacer?
N: Pedir ayuda….
La conversación continuó durante un ratito más hasta que decidió pedirme ayuda para hacer las sumas
Con su llanto me estaba expresando su inseguridad ante la realización de una tarea, en este caso las sumas. Si no me hubiese acercado a él y simplemente le hubiese dicho ¿y ahora por qué lloras?, por supuesto que no me habría contado nada de lo que me contó y su inseguridad ante las sumas continuaría. Días después de esta situación volvimos a hacer sumas, y él lo primero que hizo es venir a pedir ayuda, solo con estar a mi lado cuando él solo las realiza se siente seguro y confiado en sí mismo, cuando yo se lo reflejo que lo ha hecho él solo, se va a su mesa y continúa su trabajo.

El llanto por lo tanto es una expresión de alarma de “no sé qué me pasa”, “ayúdame”, muchas veces incluso los adultos no sabemos expresar de manera verbal lo que nos pasa y utilizamos el llanto para expresar una necesidad qué no sabemos cuál es y qué necesitamos que alguien nos ayude. Ayudemos pues a nuestros niños a que expresen lo que sienten con el llanto y nosotros le vamos dando palabra a lo que quiere y no sabe expresar.

Blay Llaudaró, Enrique: El bebé emocional La semilla del amor. Gestación, nacimiento y crianza (hasta los 2 años)

Blay Llaudaró, Enrique: El bebé emocional La semilla del amor. Gestación, nacimiento y crianza (hasta los 2 años) Editorial Círculo Rojo- Educación Infantil. Febrero 2012
blay llauradoEnrique Blay es Diplomado en Psicología del Desarrollo / Terapeuta Psico-emocional especializado en la época primal del ser humano -gestación, nacimiento y primera infancia- bajo la perspectiva de lo que siente y necesita un bebé para su desarrollo en armonía.
En su libro El bebé emocional destaca la importancia de satisfacer las necesidades de nuestros hijos, no solo las necesidades básicas, fundamentalmente a estas edades fisiológicas, sino también y más importante aún sus necesidades emocionales, creando un ambiente familiar seguro en el que se siente amado incondicionalmente, lo que le permitirá desarrollar su autoestima y sus propias capacidades de autogestionarse en cualquier situación que se encuentre en la vida.
“Las emociones son la esencia de la vida (…) Solo podemos conocernos a nosotros mismos a través de lo que sentimos y de las emociones subyacentes”
El libro está estructurado en seis capítulos, en el capítulo uno nos habla del desarrollo psicológico en el que afirma que tenemos dos tipos de percepción: racional y emocional.

  • ·           La percepción racional es concreta, lógica, y tiene un recorrido en el cerebro más largo antes de ser integrada o aprendida.
  • ·         La percepción emocional es analógica, holística y tiene un recorrido en el cerebro mucho menor a la hora de ser aprendida.
Hasta los dos años de edad nuestra percepción es emocional, lo que siento aquí y ahora, no hay razonamiento, lógica o juicio, solo sentimiento.  A partir de esta edad “comenzamos” a desarrollar la percepción racional que dada nuestra formación hasta ahora se va desarrollando en detrimento de la percepción emocional. Por lo tanto los adultos tenemos una percepción racional y los niños una percepción emocional, lo que hace que muchas veces no lleguemos a un entendimiento claro.
“El bebé desde que es concebido hasta los dos años de edad es emoción pura. Esa Percepción Emocional prevalece hasta los 12/14 años, lo que conlleva un complejo mundo emocional que a los adultos nos desborda”
Por ello nos plantea la necesidad como madres y padres de conocernos a nosotros mismos, saber el significado de nuestras emociones, de qué nos informan para poder cubrir nuestras propias necesidades emocionales, solo así podremos ayudar a nuestros hijos en su pleno desarrollo físico, psicológico y emocional.
El capítulo dos está dedicado a la gestación, en el que nos dice que el bebé dentro de su madre posee una gran capacidad perceptiva a través de dos canales de percepción: los órganos de los sentidos (oído, tacto, gusto, olfato) y la sangre materna; lo que le permite captar y absorber lo que la madre piensa o siente. Por lo que dependiendo de lo que la madre sienta en un momento determinado o de manera continuada (stress) afecta al desarrollo físico y emocional del bebé intrauterino.
El capítulo tres está centrado en el nacimiento y cómo es necesario volver a los partos naturales, sin anestesias ni sustancias provocadoras de acelerar la dilatación; haciendo así que el parto se convierta en un momento de “placer”. También habla de la necesidad de la madre de estar en un ambiente tranquilo, intimo, que le haga sentirse segura; algo que en la actualidad es difícil conseguir cuando en el momento del parto son varias los profesionales que atienden a la madre (enfermeras, comadronas, ginecólogos y estudiantes si es un hospital universitario). Sin embargo ya en algunos hospitales se tiende a los partos naturales y que sea la matrona la encargada de atender a la parturienta el ginecólogo solo está en caso de que exista alguna complicación.  “…respetar los procesos naturales del nacimiento es hacerlo más seguro y posibilita, a la madre y a el bebé, una vivencia emocional gratificante”
El capítulo cuatro lo dedica a la crianza y nos habla del alimento nutriente-alimento afectivo. El alimento afectivo lo desglosa en: lactancia materna, la atención al llanto, el colecho, el contacto físico y el tiempo compartido. El alimento afectivo que no se puede discutir según Blay es la atención al llanto,  la importancia del contacto físico, los abrazos, las caricias, las cosquillas y del tiempo que compartimos con nuestros hijos.
 De aquí destacaría  “Atender el llanto significa satisfacer sus demandas, significa otorgarle seguridad, confianza, apoyo. La atención del llanto es el inicio de la escucha emocional a nuestros hijos, que debe acompañarnos en toda su crianza y educación. La escucha emocional es fundamental para asentar y desarrollar el imprescindible vínculo afectivo entre padres e hijos, base de un desarrollo psicoemocional en armonía”  La atención del llanto no es un tema baladí ya que también nos habla de las consecuencias fisiológicas de no atender el llanto.
El capítulo cinco  titulado Conflictos en la crianza o cómo gestionar sus emociones, nos da una serie de pautas de cómo mediante la escucha emocional podemos ayudar a nuestros hijos a gestionar situaciones que les causan miedo, tristeza o enfado.  “…detrás de todo deseo, actitud o conducta del bebé o del niño, hay sentimientos a gestionar, de ellos y de los padres.”
Y por último el capítulo seis es un resumen destacando las ideas más claves para él en este proceso de crianza, teniendo en cuenta que “amar incondicionalmente no es malcriar”, lo realmente importante es facilitar a nuestros hijos su alimento afectivo (atender el llanto, el contacto físico y el tiempo compartido).  No se trata de culparnos por lo que los padres más veteranos no hemos hecho, entre otras cosas porque no lo conocíamos, pero sí de reconocer lo que no hemos hecho y trasmitir estos nuevos descubrimientos a nuestros hijos, los futuros padres.

Opinión: La lectura de este libro me ha abierto una ventana más para el mejor conocimiento de los niños, lo que me permitirá fomentar o cambiar herramientas en el trabajo  emocional con mis alumnos. Y he descubierto que como madre, sin saberlo de forma consciente, he dado a mi hijo su alimento afectivo, gracias a ello es un adolescente que expresa sus emociones y pide ayuda cuando no sabe gestionarlas. Sigue la misma línea que seguimos en ISIE la importancia de conocer nuestras emociones, de gestionarlas y así poder dar a nuestros hijos o alumnos su alimento afectivo.